viernes, 10 de julio de 2015

PENSANDO EN LA EDUCACIÓN TECNOLÓGICA

Si el mundo griego estuvo marcado por la filosofía, el romano por la jurisprudencia, el medieval por la religión, el renacentista por el arte, el moderno por la ciencia, el mundo contemporáneo lleva sin lugar a dudas la impronta de la tecnología.

El hombre, en su afán por mejorar la calidad de vida, ha ido modificando su relación con el medio en el que transcurre su existencia, transformando la realidad en respuesta a sus necesidades y expectativas, y creando un ambiente más artificial que natural, que con propiedad podemos llamar “mundo artificial”.

Herbert A. Simon3 , en su libro Las ciencias de lo artificial, dice: “El mundo en el que actualmente vivimos es más un mundo creado por el hombre, un mundo artificial, que un mundo natural. Casi todos los elementos que nos rodean dan testimonio del artificio humano. [...] empleo el término “artificial” como el más neutro posible para indicar algo hecho por el hombre, opuesto a natural”

Este “mundo artificial”, que abarca el conjunto de todo lo hecho por el hombre (objetos, sistemas, dispositivos, procesos, etc.), no es un mundo engañoso, ficticio, falso, sino algo construido para mejorar la calidad de vida (como planteo ideal), y es parte substancial del ambiente sociocultural. 

En los últimos 200 años la velocidad de crecimiento de ese mundo artificial y el ritmo innovador que ha caracterizado su desarrollo han hecho que adquiriera un nivel de complejidad tal que hoy, en algunos aspectos, es equiparable en importancia con el mundo natural, pero dejando constancia que la conservación de este último debe ser tema prioritario, pues de él depende la supervivencia de la especie humana.

Todo esto plantea la necesidad de enfocar la realidad con una nueva óptica, teniendo en cuenta que si bien la relación:

Hombre-Naturaleza (Mundo Natural)

es un tema que ha merecido y merece nuestra atención, hoy debemos comenzar a preocuparnos también de la relación:

Hombre–Mundo artificial

Ello implica:

 a) Estudiar las interacciones:
Hombre–Mundo artificial y Mundo artificial-Mundo natural

b) Estudiar la generación, evolución y control de los aspectos tecnológicos del mundo artificial, enfocándolo como un sistema con características particulares que hay que analizar.

Si bien la razón de ser del mundo artificial debiera ser mejorar la calidad de vida del hombre, también lo condiciona; y, para disminuir los riesgos que puedan surgir como consecuencia de ese condicionamiento, se le debe analizar, conocer, comprender y controlar


El mundo artificial en muchos casos se comporta como una verdadera interfase entre el hombre y el mundo natural, haciendo más indirecta y compleja la relación entre ambos. La complejidad, densidad y amplitud que ha adquirido plantea el riesgo de aislar y encerrar completamente al hombre, bloqueándole su percepción del mundo natural al cual pertenece y se debe. Para evitarlo se requiere un esfuerzo de clarificación que lo haga comprensible y controlable; en otras palabras, que lo haga transparente.


Frente al mundo artificial, el hombre debe asumirse como su creador (por lo tanto, responsable) y no considerarse un espectador pasivo; mientras que, frente a la naturaleza (el mundo natural), su actitud tiene que ser diferente: debe abandonar su posición de dominador y dueño, y respetarla, asumiéndose como una parte más del sistema ecológico que integra.

Este complejo mundo artificial en el que vivimos es consecuencia del accionar tecnológico, habida cuenta que a lo largo de la historia la técnica y la tecnología lo construyeron. Ahora bien, para poder movernos con soltura dentro del mismo, para poder actuar con idoneidad en todo lo concerniente a su evolución y para colaborar en lograr que los beneficios que proporciona no se conviertan en fuentes de nuevos problemas, debemos conocerlo, comprenderlo, entender los aspectos operativos y funcionales de sus elementos componentes, ser capaces de darle sentido, en otras palabras, tener cultura tecnológica.

Accionar Tecnológico

El accionar tecnológico presupone un sistema de acciones intencionales, con finalidades determinadas y utilitarias, racionales, conscientes y reflexivas, que buscan maximizar la eficiencia y la efectividad del proceso. Todos estos conceptos están implícitos en la noción de tecnología.



El eje del accionar tecnológico debiera ser mejorar la calidad de vida, a través del producto tecnológico (objeto, proceso o servicio), que actuaría transformando el ambiente natural y el sociocultural en beneficio del hombre.

Buscando caracterizar el núcleo del accionar tecnológico podemos marcar su diferencia con el accionar científico: este último se orienta, a través de la investigación, a la búsqueda de conocimientos cuya veracidad y precisión son evaluadas por la comunidad científica; mientras que el accionar tecnológico se orienta, a través del proyecto y la construcción, a la solución de problemas planteados por el entorno social, y sus resultados son evaluados en términos de efectividad y eficiencia por la comunidad en su conjunto. Ello no implica que el conocimiento científico no pueda tener efectos transformadores, ni que la solución de problemas no plantee investigaciones y producción de conocimientos.

Algunas graves consecuencias del accionar tecnológico sobre el medio ambiente son un claro llamado de atención, una advertencia de que está en juego la propia supervivencia del hombre, lo que nos plantea la necesidad de capacitarnos para poder controlar y orientar la tecnología en beneficio de la sociedad en su conjunto. No se trata de renegar de la misma o despreciar sus potencialidades, sino por el contrario de maximizar los beneficios, pero minimizando los riesgos; para ello se requiere evaluar permanentemente su impacto en el medio ambiente y aplicar estrategias de corrección de los efectos no deseados.