Si el mundo griego estuvo marcado por la filosofía, el romano por la jurisprudencia, el medieval por la religión, el renacentista por el arte, el moderno por la ciencia, el mundo contemporáneo lleva sin lugar a dudas la impronta de la tecnología.
El hombre, en su afán por mejorar la calidad de vida, ha ido modificando su relación con el medio en el que transcurre su existencia, transformando la realidad en respuesta a sus necesidades y expectativas, y creando un ambiente más artificial que natural, que con propiedad podemos llamar “mundo artificial”.
Herbert A. Simon3 , en su libro Las ciencias de lo artificial, dice: “El mundo en el que actualmente vivimos es más un mundo creado por el hombre, un mundo artificial, que un mundo natural. Casi todos los elementos que nos rodean dan testimonio del artificio humano. [...] empleo el término “artificial” como el más neutro posible para indicar algo hecho por el hombre, opuesto a natural”
Este “mundo artificial”, que abarca el conjunto de todo lo hecho por el hombre (objetos,
sistemas, dispositivos, procesos, etc.), no es un mundo engañoso, ficticio,
falso, sino algo construido para mejorar la calidad de vida (como planteo ideal), y es
parte substancial del ambiente sociocultural.
En los últimos 200 años la velocidad de crecimiento de ese mundo artificial y el ritmo
innovador que ha caracterizado su desarrollo han hecho que adquiriera un nivel de
complejidad tal que hoy, en algunos aspectos, es equiparable en importancia con el
mundo natural, pero dejando constancia que la conservación de este último debe
ser tema prioritario, pues de él depende la supervivencia de la especie humana.
Todo esto plantea la necesidad de enfocar la realidad con una nueva óptica, teniendo
en cuenta que si bien la relación:
Hombre-Naturaleza (Mundo Natural)
es un tema que ha merecido y merece nuestra atención, hoy debemos comenzar a
preocuparnos también de la relación:
Hombre–Mundo artificial
Ello implica:
a) Estudiar las interacciones:
Hombre–Mundo artificial y Mundo artificial-Mundo natural
b) Estudiar la generación, evolución y control de los aspectos tecnológicos del mundo artificial, enfocándolo como un sistema con características particulares que hay que analizar.
Si bien la razón de ser del mundo artificial debiera ser mejorar la calidad de vida del
hombre, también lo condiciona; y, para disminuir los riesgos que puedan surgir como
consecuencia de ese condicionamiento, se le debe analizar, conocer, comprender y
controlar
El mundo artificial en muchos casos se comporta como una verdadera interfase
entre el hombre y el mundo natural, haciendo más indirecta y compleja la relación
entre ambos. La complejidad, densidad y amplitud que ha adquirido plantea el riesgo
de aislar y encerrar completamente al hombre, bloqueándole su percepción del
mundo natural al cual pertenece y se debe. Para evitarlo se requiere un esfuerzo de
clarificación que lo haga comprensible y controlable; en otras palabras, que lo haga
transparente.
Frente al mundo artificial, el hombre debe asumirse como su creador (por lo tanto, responsable) y no considerarse un espectador pasivo; mientras que, frente a la naturaleza
(el mundo natural), su actitud tiene que ser diferente: debe abandonar su
posición de dominador y dueño, y respetarla, asumiéndose como una parte más del
sistema ecológico que integra.
Este complejo mundo artificial en el que vivimos es consecuencia del accionar tecnológico,
habida cuenta que a lo largo de la historia la técnica y la tecnología lo
construyeron. Ahora bien, para poder movernos con soltura dentro del mismo, para
poder actuar con idoneidad en todo lo concerniente a su evolución y para colaborar
en lograr que los beneficios que proporciona no se conviertan en fuentes de nuevos
problemas, debemos conocerlo, comprenderlo, entender los aspectos operativos y
funcionales de sus elementos componentes, ser capaces de darle sentido, en otras palabras, tener cultura tecnológica.
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