El accionar tecnológico presupone un sistema de acciones intencionales, con finalidades determinadas y utilitarias, racionales, conscientes y reflexivas, que buscan maximizar la eficiencia y la efectividad del proceso. Todos estos conceptos están implícitos en la noción de tecnología.
El eje del accionar tecnológico debiera ser mejorar la calidad de vida, a través del
producto tecnológico (objeto, proceso o servicio), que actuaría transformando el
ambiente natural y el sociocultural en beneficio del hombre.
Buscando caracterizar el núcleo del accionar tecnológico podemos marcar su diferencia
con el accionar científico: este último se orienta, a través de la investigación,
a la búsqueda de conocimientos cuya veracidad y precisión son evaluadas por la
comunidad científica; mientras que el accionar tecnológico se orienta, a través del
proyecto y la construcción, a la solución de problemas planteados por el entorno
social, y sus resultados son evaluados en términos de efectividad y eficiencia por la
comunidad en su conjunto. Ello no implica que el conocimiento científico no pueda
tener efectos transformadores, ni que la solución de problemas no plantee investigaciones
y producción de conocimientos.
Algunas graves consecuencias del accionar tecnológico sobre el medio ambiente
son un claro llamado de atención, una advertencia de que está en juego la propia
supervivencia del hombre, lo que nos plantea la necesidad de capacitarnos para
poder controlar y orientar la tecnología en beneficio de la sociedad en su conjunto.
No se trata de renegar de la misma o despreciar sus potencialidades, sino por el
contrario de maximizar los beneficios, pero minimizando los riesgos; para ello se
requiere evaluar permanentemente su impacto en el medio ambiente y aplicar estrategias
de corrección de los efectos no deseados.
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